martes, 20 de septiembre de 2016


En sus genes tenía el talento de los "Pachines", el carisma y la chispa de los González Barillas. Impulsó por años la actividad de la Fundación Mágico González, con vocación a los cipotes más desfavorecidos
Yin también era "mágico"

Efraín es el quinto de los hermanos González Barillas, hijos de don Óscar y doña Victoria, quienes además procrearon a Mauricio, Leticia, José, Arturo, Jesús, Miguel y Jorge, el Mágico. Todos los varones se dedicaron al fútbol porque así le dictaban los genes, aunque Yín, como le decían cariñosamente, tenía cosas que lo hacían diferente como jugador.

"Así como Jorge tenía la culebrita macheteada, Yin tenía su propia jugada, que solo él hacía y siempre le salía". Esta finta de la que habla su hermano Mauricio, el Pachín González, se convirtió en marca registrada de Efraín. Con el balón frente al jugador, Yin pisaba la pelota y se la llevaba con el pie hacia atrás; pero con el mismo empeine la impulsaba de nuevo hacia el frente para salir jugando. "Se la hacía a cualquiera, era una habilidad especial", dice Pachín.

A diferencia de sus hermanos, todos delanteros o mediapunta, Yin jugaba un poco más retrasado, casi de volante de marca pero con el mismo talento nato y la picardía que sellaba el apellido González. "Jugaba de volante defensivo, era más elegante, como era delgado y flaco y se veía diferente a nosotros", añade Pachín.

Yin González anduvo en sus inicios con Marte y luego pasó por Universidad, UCA e Independiente, pero se retiró casi de un día para otro. Cuenta su otro hermano mayor, Arturo: "El Vocho (Omar) Vásquez y él me contaron que estaban jugando de titular en Marte cuando un día los dejaron en la banca. Él (Yin) decidió ya no jugar". Para ese entonces, Efraín ya contaba con estudios en contaduría y llegó a trabajar en el Banco Hipotecario. Ahí también se lució como ajedrecista, ganando algunos campeonatos.

Además, Efraín ya confeccionaban por su cuenta su propia línea de zapatos, elaboraba sus propios implementos en un taller que tenía en la colonia 10 de Septiembre y más tarde diseñó su propia línea de calzado deportivo llamada "Pachines", nombre con el que honraba la herencia futbolera su familia.


Vocaciones

Allá por los 80, Yin González era uno de los veteranos de un equipazo que formó el Independiente de San Vicente. Los Fantasmas del Jiboa la rompían con "Carlanga" Rivera en el arco, Ramón el Primi Maradiaga y Joaquín Valencia en la media, y un ataque integrado por José María "el Mandingo" Rivas (QDDG), Ricardo "la Tuca" Gómez y su hermano Jesús González Barillas (QDDG), por decir algunos. Incluso fueron campeones de copa en 1982 al cerrar líderes tras cuatro vueltas de clasificación.

Cuenta "Quino" Valencia que cuando Yin llegó a Independiente "ya tenía unos 34 años, imagínese cuantos partidos había jugado. Él generaba calma y tranquilidad al resto, aunque él no era un tipo como líder, pero por la edad la gente lo escuchaba y era un tipo bien centrado. Callado, pero con sus actitudes mostraba mucho. Era el primero que llegaba a entrenar".

Sin embargo, el fútbol trató injustamente al "Inde" en esa final del '81 contra FAS. Venían de eliminar en semis a la UES y le sacaron el empate a los tigrillos 1-1, con gol de "Chus" González. En la tanda de penales, Yin sí convirtió pero su hermano no, otorgándole el triunfo a FAS 4-3. Al año siguiente, el premio se les volvió a negar tras caer 1-0 y 2-0, en final a doble partido contra Atlético Marte.

Quino visitó a Yin hace como un año en su taller de zapatería. "La ultima vez que fui para reparar unos zapatos de fútbol que se me habían despegado, hace más de un año. Bien agradable él y todo el tiempo se miraba bien positivo, nunca lo vi achacarse de nada".

A Efraín también lo describen como "muy detallista" y "perfeccionista". "Hasta lo más sencillo, un ojete en el zapato, pero tenía que estar bien", recuerda su hermano Mauricio. También era exigente dentro de la cancha, ordenaba a sus compañeros y les pedía el máximo esfuerzo a la hora de orquestar las jugadas, participara él o no en ellas.


De Yin también fue la iniciativa de empezar una escuela de fútbol para los chicos de escasos recursos en el país, con la que buscaba potenciar el talento oculto de los niños de escasos recursos. Así fue como unió fuerzas con los ingenieros Ricardo Hernández, Carlos Villalta y Raúl Sergio Magaña para crear la Fundación Mágico González, que actualmente sigue en pie con un equipo en la división federada de la ADFA San Salvador.

"En relación a su actividad, él empezó la Fundamágico en el '95. Los primeros 12 años él estuvo a cargo, hasta 2009... Y le costó convencer a Jorge de ponerle el nombre", según Mauricio. En un principio, estas escuelas no daban abasto y esto le generó mayor trabajo a Yin, encargado de la parte futbolística, pero esto lo sacó adelante gracias a su vocación. Entrenaba a los cipotes los martes, en la mañana y en la tarde, y también jueves y sábado por la tarde.

Esos mismos días también los ocupaba para hacer ejercicio. Siempre corría religiosamente al mediodía, los martes, jueves y sábados, según sus hijos. "Le gustaba conjugar su amor por el fútbol y por su trabajo", asegura Carmen Elena, su hija menor.

De cerca

Yin también era buen conversador. No era una persona de pocas palabras y quienes lo conocieron fue por sus ganas de conocer y darse a conocer en una plática. "Cuando quería aprender algo, se empecinaba en hacerlo hasta comprenderlo y preguntaba y preguntaba hasta que lo aprendía", explica Efraín Rubén, el hijo mayor de Yin.

"Mi papá llevaba el taller y le tocaba pesado. Luego entró al Paquete Escolar (proyecto del gobierno) y ahí yo le empecé a ayudar cuando le tocaba más pesado", cuenta su hijo, Efraín Rubén. Así iban sacando pedidos entre octubre y marzo de cada temporada, los meses de más alta producción, y desde el 2009 hasta su muerte.


Este último proyecto fue uno de los que más tiempo y energías le demandó en sus últimos días. Comenzó a padecer de las vías respiratorias en los últimos meses, aunque no había podido tratarse. El domingo por la tarde sus familiares lo encontraron ya sin vida en su residencia.

Sin embargo y mientras se lo permitía su salud, Carmen Elena recalca que la idea de su padre fue "siempre ayudar a los niños de más escasos recursos y seguir apoyando el deporte, como es el ejemplo de los grandes deportistas del país".

Yin dejó un gran ejemplo para sus hijos y su esposa, conmovidos ante la inesperada pérdida. "Fue una persona de Dios, siempre que podía, hablaba de Dios, era un buen padre y un buen esposo. Nos inculcó ser nosotros mismos, sin ofender a Dios"
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