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martes, 5 de septiembre de 2017




LA LECCIÓN DEL “ VIEJO JUAN”
Era tan modesto que al incorporarse al Atlético Marte, precedido de laureles poco comunes en nuestro fútbol, ni siquiera mencionaba sus conquistas. Iniciábamos nuestras andaduras en la Liga Mayor con René “Tuca” Gómez, Adonay Castillo, Fredy Rivera, Ernesto Aparicio, Fausto Omar “Bocho” Vásquez, Ricardo Calderón, Carlos Ernesto “Pollo” Méndez, “Chito” Molina, los hermanos Nel y Orlando Escobar y lo asediábamos para que nos platicara de los equipos de su natal Argentina y casi a la fuerza, pero con mucha nostalgia mencionaba a sus excompañeros. Oírlo hablar de aquellos futbolistas tan ilustres que solamente habíamos visto en la revista El Gráfico, provocaba en nosotros una especie de extasis.
Juan Andrés Ríos había militado y conseguido el ascenso con el Ferrocarril Oeste, pero en 1960 lo compró el San Lorenzo de Almagro donde ayudó en grande para el subcampeonato y realizó giras por todo Suramérica y Europa, por cierto que en España disputaron la Copa Carranza con el Barcelona, Zaragoza, Internazionale. Venía en un gran momento y figurones como Antonio Roma, Silvio Marzolini, Vladimir Tarnawski, Humberto Indalecio Cansino, José Francisco Sanfilipo, Héctor Facundo habían sido sus compañeros.
Por esos días, Luis Alonso “Merengue” Castellanos quien era árbitro de lucha libre en la Arena Metropolitana seguía al equipo a todos lados, siempre estaba con nosotros incluso en las concentraciones y hasta se la daba de ser guardaespaldas de don Hernán Carrasco.
Juan decía que le hacía recordar a un pibe seminarista que seguía al San Lorenzo siempre que sus estudios litúrgicos se lo permitieran y que se lamentaba de no tener aptitudes para el fútbol aunque se compensaba viēndolo jugar. Con el “Ciclón” habían regresado de una gira por Europa cuando en 1964, el embajador de El Salvador en Argentina, doctor Armando Peña Quezada le propuso venir a jugar a El Salvador a un equipo llamado Atlético Marte y sin pensarlo tanto se hizo a la aventura.
Inicialmente jugaba como lateral pero se decidió por la zaga central donde se convirtió en todo un suceso al hacer pareja con su paisano Rodolfo Baello; en un receso tuvo un paso triunfal por el Comunicaciones de Guatemala, pero volvió para ser determinante en los títulos ganados por “Los Mustangs Azules” en 1969 y 1970. Aquella pareja de centrales era impasable, por arriba no había quien les ganara con el agregado de que el “Viejo” Ríos tenía una técnica depurada y dominaba de manera exquisita la pelota dentro del área al punto que jugando ante el Juventud Olímpica le hizo un túnel a Hugo Luis Lencina quien nunca se lo perdonó.
Juan Andrés y Rodolfo jugaban de memoria, hacían las postas y los relevos de manera tan coordinada que se imponía jugar por las bandas. ¡No había de otra!. Y en las concentraciones, su paisano y compañero nuestro, Carlitos Chavaño, quien en México había militado en grandes equipos, la hacía de narrador y como si estuviera en el estadio daba la alineación del San Lorenzo de Almagro, de tal manera que cuando llegaba al lateral izquierdo le ponía tanto énfasis que Juan Andrés gozaba con aquellas añoranzas.
Para entonces yo estaba envalentonado, eramos campeones, jugábamos a estadio lleno, con aficionados que llegaban a vernos perder pero que se iban frustrados y me equipaba al lado de cracks que hasta hacía unos años solamente conocía por los diarios y revistas. Ya no me sentía irreverente hacerlo al lado de Mauricio “Pachín” González, Ricardo “Chele” Sepúlveda, Alberto “Pechuga” Villalta, Guillermo “Loro” Castro, Raúl “Araña” Magaña y en una de esas tuve un incidente con el “Viejo” Ríos que me volvió reflexivo, prudente y me hizo poner los pies en la tierra.
Por cuestiones sin importancia me puse a discutir con él y en mi soberbia hasta lo reté a pelear para ver quien tenía la razón. Juan Andrés en un gesto que toda la vida le he agradecido, me dijo que las diferencias no se solucionaban de esa manera, me dio un montón de consejos que hasta me sentí villano y ridículo.
Al día siguiente iba al entreno más temprano que de costumbre, cuando vi que los integrantes del escuadrón de paracaídistas de la Fuerza Aérea hacían sus maniobras, en una esquina estaba un grupo practicando boxeo y se daban con todo. Poco a poco me fui acercando y divisé al “Viejo” Ríos dándole la más grande lección objetiva de boxeo al instructor que era un campeón nacional.
En ese momento se apoderó de mi un sentimiento de admiración y agradecimiento hacia ese hombre singular y hasta me sentí contento de tener mis dientes completos.
Luego me enteré que había sido campeón de boxeo del ejército de su país.
Con el retiro, Juan Andrés se quedó a vivir entre nosotros, trabajó en una institución gubernamental y nos hicimos muy amigos.
Desde hace un tiempo mi querido Juan ha estado aquejado de salud, lo fui a ver y recordamos tantas vivencias, yo le dí las gracias una vez más sobre aquella lección, solamente sonrió y me contó que luego de verlo en tantas fotografías y en la televisión, llegó a la conclusión de que aquel pibe seminarista que seguía al San Lorenzo de Almagro es ahora ni más ni menos que el Papa Francisco.

miércoles, 5 de abril de 2017

Los buenos extranjeros que dejan enseñanza o se han portado muy bien en el país se recuerdan con cariño, en ese sentido el uruguayo José Mario Figueroa Viscarret, el “Chueco” Figueroa, del Marte, dejó gratos recuerdos en una afición azul que celebró muchos goles y un campeonato nacional en 1985.



Tuvo una infancia detrás del balón en su natal Montevideo; el baby fútbol fueron sus inicios de donde pasó a las canteras del Fénix y con 13 años comenzó a entrenar a nivel profesional.

Por entonces Mario Figueroa alternaba su fútbol con el estudio en el colegio Santamaría del Ayuda y en el Liceo Juana de Ibarbourou.

Luego formó parte de una generación dorada de futbolistas uruguayos; Hugo de León, Rubén Paz, Venancio Ramos, Fernando Alvez, entre otros.

Tenía 18 años cuando el Waregen de Bélgica lo compró y así inició un largo peregrinaje que lo llevó a jugar en México, Ecuador, Costa Rica, Guatemala, Honduras y El Salvador.

Lo vimos jugar por primera vez con el Olimpia de Honduras en 1985 y desde ese momento nos impresionó su clase futbolística; para entonces estaba convertido en la estrella del equipo hibuerense que derrotó a la Selecta. 

Esa noche fue considerado el mejor del partido despertando elogiosos comentarios por su fuerza, velocidad, capacidad para tomar la línea de fondo, habilitando al compañero mejor ubicado y por supuesto su cuota de gol.

Varias semanas después apareció en el Cuscatlán pues Julio Escobar lo quería para el Águila. 

Pero el chileno fue dado de baja y el contrato quedó en la nada. Algunos marcianos que lo habían padecido con la Selecta advirtieron su presencia y abogaron ante su directiva para que lo contrataran. No podía haber mejor recomendación y Mario comenzó a meter goles para todos los gustos conduciendo al equipo azul a ostentar el último de sus títulos ganado aquel 25 de diciembre de 1985.

Por eso se encuentra entronizado en la galería de ases adorados por la afición marciana que lo recuerda con aquel gol navideño, en el 5-3 al Alianza, con un disparo extraordinario que describió una parábola antes de meterse en el arco encomendado a William Santillana.

Por entonces lo buscamos para saber sobre sus hazañas y su historia, descubriendo un ser humano excepcional, con una caballerosidad casi novelesca. 

Luego se fue al Galcasa guatemalteco donde también rindió grandes actuaciones. Pero no conforme con meterse en el alma de la afición nacional, con esa su calidad humana conquistó el corazón de Cristina Posada, distinguida dama salvadoreña con la que procreó a Juan Carlos y Rodrigo quienes siguen en la huella conductual de su padre.

Y es que a menudo cuando abordamos a quienes fueran sus compañeros con los que guarda amistades entrañables, la opinión es unánime en cuanto a que se trata de un caballero dentro y fuera de la cancha, el puntero ideal con el que habría soñado un entrenador, el compañero que contagiaba la amistad abriendo las puertas de su casa para todo aquel que quisiera hablar de fútbol o pasara por algún problema.

 Y sigue igual, porque en este uruguayo se conjugan en gloriosa armonía la solidaridad y la humildad, dos sustancias que tanto nutren y enriquecen a la especie humana.


¿A qué se dedica actualmente?
A entrenar fútbol con jóvenes, trabajo en la Escuela Americana de El Salvador, país donde resido desde hace 25 años. Tengo mi título de entrenador de primera división, por ello ya dirigí equipos competitivos como el Atlético Marte y el Alianza.


¿Le gustaría dirigir al Marte?

Claro, sería un honor, aunque actualmente no estoy mentalizado en ello, ya que he estado apartado del fútbol competitivo, hay mucha presión, y eso ya la viví en mi etapa de jugador.


¿Por qué no regresó a su país natal?

No regresé porque aquí me casé y vivo feliz en El Salvador con mi esposa e hijos.


¿Cómo fue su infancia?

Fue muy bonita, siempre andando detrás del balón y jugando libremente con mis amigos.Comencé en las divisiones inferiores del Fénix de Uruguay. De niño jugaba en Baby Fútbol y a los 13 años comencé a entrenar en un club profesional.


¿Estudiaba y jugaba?

Siempre estudiaba y jugaba, tuve la suerte de estudiar en colegio privado Santamaría del Ayuda y en el Liceo Juana de Ibarboroua. A los 18 años mi club me vendió al Waregen de la Primera Division de Bélgica, allí comenzó mi peregrinar por varios países, México, Ecuador, Costa Rica, Guatemala, El Salvador y Honduras.




¿A nivel profesional en qué equipos jugó en su país?

En mi país jugué siempre en Fénix, debuté en primera a los 17 años, estuve en la selección juvenil uruguaya donde alterné con grandes jugadores como Hugo de León, Rubén Paz, Venancio Ramos, Fernando Álvez, entre otros.


El mote del “Chueco”, ¿Le molesta?

Lo de “Chueco” es algo normal en mi país, así nos dicen a todos los cascorbos en Uruguay, Argentina, Chile, es un apodo de cariño y así fue desde joven, no tiene el mismo significado aquí en Centroamérica.


En Honduras hizo historia tambien.





En plena acción en la liga catracha, Figueroa fue un delantero oportuno, anotó 18 goles en tres temporadas.

¿Cómo llegó al Olimpia?

Llegué recomendado por José Luis Mattera (QDDG), a través de otro técnico uruguayo José “Pepe” Etchego, eso fue en 1983.


Sus compañeros de Olimpia, ¿cuál trato le dieron?

Fui muy bien recibido por mis compañeros y directivos de esa primera época, siempre recuerdo con cariño a Jorge “Perro” González, Arturo Cáceres, ambos ya fallecidos. También a otros grandes compañeros como “Tecate” Norales, “Indio” Ruiz, Belarmino Rivera, en fin recuerdo a varios grandes compañeros.


¿Su debut en Honduras?

Mi debut fue contra Victoria, ganamos dos a cero, llegué un martes y el domingo ya jugaba contra ellos.


¿Su mejor recuerdo en Honduras?

Los dos torneos ganados con Olimpia son un gran recuerdo en mi vida, imborrables. Las dos etapas fueron buenas, ya que ganamos torneos y teníamos un gran grupo.


¿Y el peor?

Siempre entraba a los partidos a dar todo, muchas veces lesionado pero era difícil. Me dolía faltar a algún partido.


¿El mejor reconocimiento que recibió en Honduras?

Eso me lo reconoció la afición y se lo agradezco siempre, porque recibí y recibo aún con los años un gran cariño de los olimpistas y también de muchos que no lo son, pero me recuerdan esa buena época de fútbol en Honduras.


¿Por qué solo llego al Olimpia?

En Honduras solo jugué en Olimpia, a pesar que tuve ofertas de otros equipos, pero siempre tuve mucho cariño al club, de jugar contra el Olimpia preferí mejor irme a otros países.


¿Mantiene amistad y contacto con sus excompañeros?

Quedaron muchos grandes amigos, jugadores, sería injusto nombrar a alguien porque yo me llevaba bien con todos, con muchos nos seguimos comunicando por las redes sociales.También tengo amigos de la prensa, directivos y amigos particulares, de los cuales me gustaría mucho verlos, a todos les mando un gran abrazo.


Se quedó en El Salvador porque se casó con su esposa Cristina, con quien procreó tres hijos y vive muy feliz.



¿Qué concepto tiene del fútbol hondureño?

El fútbol hondureño ha tenido buenos logros a nivel internacional, se ha ganado un nombre a nivel mundial, seguirá avanzando porque hay talento, siempre van a salir grandes jugadores y yo estoy orgulloso de haber jugado en Honduras y en especial en el Olimpia.


¿Su mejor gol en Honduras?

Al Real España en 1984, gol de unos 30 metros en el estadio Nacional de Tegucigalpa, al mundialista Julio César “Tile” Arzú. Le hice goles a todos, no recuerdo a qué club más.


¿Algún entrenador que recuerde?

Quique Grey es un gran amigo y también hice amistad con “Chelato Uclés” aunque no lo tuve de entrenador, pero tuvimos una buena relación de amistad.


¿El defensa más difícil que enfrentó?

En ese tiempo había muy buenos defensores como Richardson Smith del Marathón y Allan “Cochero” Costly de Real España.


El portero más difícil…

Al “Tile” Arzú, mundialista con Honduras, con tremendas condiciones, experiencia y sobre todo mundialista destacado.


¿Por qué no regresó a Honduras?

La primera vez me fui en 1985 porque buscaban nacionalizarme y no se dio, hubo mucha demora en los trámites por eso me fui al Saprissa de Costa Rica y al Atlético Marte de El Salvador, luego en mi segunda estancia por mejor oferta económica tuve que irme al Galcasa de Guatemala.


Recuerdos con Olimpia en Concacaf

Muchos y buenos, contra los mexicanos, ticos, sobre todo las cuadrangulares que ganamos en Honduras. Una de ellas cuando el club cumplió 75 años, esa vez fuimos campeones centroamericanos ganando en Costa Rica, además ganamos la Liga.


¿Recomendó algún paisano suyo al Olimpia?

Yo recomendé a Daniel Viera al señor Ferrari, un gran amigo, no falló, sabía que era un gran jugador y me hizo quedar bien porque rindió, él había salido campeón con Central Español.


¿Qué concepto tiene del señor Ferrari?

Cuando llegué no estaba en el club, con él siempre me llevé bien, ha sido fundamental para el cambio radical del Olimpia, cambió un montón de cosas, lo hizo más profesional, cuando llegué tenían problemas de infraestructura y gerencia, todo eso cambió, ahora es un equipo respetado y solvente.


¿Alguna anécdota en el Olimpia que nos quiera compartir?

Una vez estábamos jugando un clásico, un árbitro me expulsó, pero yo no fui el agresor cuando le reclamé, me dijo, ni modo ya te eché, no puedo hacer nada, salte de la cancha, después no me suspendieron al ver los videos, pero me dolió que me expulsaran ante Motagua.


Un mensaje

Quiero aprovechar el reportaje para decirles que amo a Honduras y su gente, no olvido los grandes momentos que viví especialmente en el Olimpia, sé que mi trabajo hizo feliz a muchos hondureños. Saludos fraternos desde El Salvador.





Además el ex delantero que hoy reside en  El Salvador fue parte de aquel equipo que se paseaba por toda la región centroamericana alzando títulos regionales ganándole a los grandes del istmo.



Hoy se recuerda con nostalgia y alegría los gratos momentos vividos en el fútbol hondureño y asegura que al país, pero sobre todo al Olimpia, lo lleva en el corazón porque vivió momentos imborrables de su carrera deportiva.



Figueroa está en la lista de grandes atacantes uruguayos de la historia del Olimpia, en ella comparte honores con sus paisanos Walter Chávez, Juan Carlos “Rata” Contreras, Carlos José Laje y Washignton Ramiro Bruschi.



lunes, 6 de marzo de 2017




EL VIAJE DEL CAPITÁN
Jugó en los tiempos en que a los capitanes de los equipos hasta los tratabamos de usted, ellos dentro de la cancha mandaban y había que obedecerles porque predicaban con el ejemplo.
En la casa club del Marte cuando nos decían Los Mugstans Azules, Alberto Villalta era como el auxiliar de don Hernán Carrasco.
Le gustaba que le dijeramos Che Villaltini, Capitán, Crack o City; odiaba el mote de Pechuga y al que se lo decía lo encaraba, aunque tal licencia se la permitía a unos pocos.
En un partido contra el FAS, el Bucky Espinoza le puso una plancha al brasileño Doribaldo Becca quien se retorcía del dolor.
Villalta llegó y le dio un coscorrón al Bucky reprochändole la entrada.
El árbitro don Desiderio Avendaño iba con la tarjeta roja en la mano y nuestro capitán lo evitó diciéndole "no le diga nada, ya yo lo castiguĕ".
Aquella salida bien puede ejemplificar la ascendencia que tenía en la cancha y fuera de ella era de lo más amistoso.
Pocos futbolistas salvadoreños han tenido un amor propio como él y han confiado ciegamente en sus capacidades.
En el famoso partido que el Marte empató a un gol con el Santos en Panamá lo vi en su verdadera dimensión, Picolė era una de las jóvenes estrellas del equipo brasileño y se enredó en una disputa verbal con Villaltini quien con autoridad le expresó: "¡Cipote, vos comenzăs a morder la grama!".
Al finalizar el primer tiempo, nos dirigíamos hacia los camerinos cuando nos cruzamos con Lima, compadre de Pelé y una de las estrellas rutilantes de aquel equipo.
Saludö a Villalta de manera efusiva quien al ver mi cara de asombro me dijo "pensé que no me iba a reconocer, es que yo lo anulė en San Salvador".
Se refería al partido que unos años antes el Alianza les había ganado.
Jugó un montón de años en grandes equipos, en la selección nacional y siempre estuvo entre los que más cobraban.
Ahora se unió al grupo de hermanos que se nos adelantaron.
En este otoño que vivimos en que más temprano que tarde lo seguiremos nos queda de consuelo de que cuando el momento llegue, hermanos del fútbol como Raúl Magaña, Ricardo Sepúlveda, Rodolfo Baello, Santiago Cortez Méndez, Sergio Méndez, Adonay Castillo y por supuesto Villaltini estarán allá arriba para recibirnos y organizar las tertulias como antes...más que antes.

¡Vaya con Dios mi querido Capitán!.
Autor Manuel Cañadas

miércoles, 22 de febrero de 2017


Sin embargo, sus equipos de calidad fueron finalmente reconocidos internacionalmente, en 1992 se coronó campeón de la CONCACAF Copa de Ganadores de la Copa, un concurso celebrado en Guatemala y con la presencia de equipos fuertes en las regiones como el Club Universidad de Guadalajara, México;Comunicaciones, Guatemala, Saprissa, Costa Rica, y el Real Estelí,Nicaragua.

El 19 de enero de 1992 el Atlético Marte fue a Guatemala para disputar un torneo de copa de CONCACAF, del que salió campeón.

En Centroamérica, los marcianos vencieron al Saprissa tico, al Real Estelí pinolero y empataron con el Comunicaciones chapín. En un torneo de uno contra todos, ticos y guatemaltecos empataron 3-3 en el último encuentro y eso dejó al Atlético Marte como campeón del área.

En la fase final, el Atlético Marte empató con el Comunicaciones, derrotó a los Tecos de la Universidad de Guadalajara, y al Rácing Club de Haití, sumó cinco puntos y su mejor diferencia de goles frente al Comunicaciones lo dejó con el título internacional.

En 1992, el Atlético Marte alcanzó un título de CONCACAF para afianzarse como uno de los grandes de la historia del fútbol salvadoreño. Pocos lo recuerdan y muchos lo olvidan o lo pasan por alto, pero el Atlético Marte es el último equipo de El Salvador que ha ganado un título de CONCACAF. Nos referimos al que ganara en enero de 1992, en Guatemala,r.

Muchos dirán que el Alianza ganó el título Grandes de Centroamérica, pero este fue un torneo que no se homologó como oficial en las entidades regionales.

El Atlético Marte pasó a la fase previa (centroamericana) como campeón de copa de El Salvador al derrotar al Luis Ángel Firpo de los Cienfuegos, Díaz Arce, Leonel Cárcamo y extranjeros como Fernando de Moura, entre otros, y que llegaban con más de 50 partidos sin derrota.

“El Maestro” Óscar Washington Tabárez dijo recientemente que luego de entregados los premios éstos ya son historia y hay que pensar en el presente y en el futuro.

Sin embargo, la historia se escribe con las experiencias que quedan para ejemplificar éxitos y fracasos.
 
 





 
En 1991, el Atlético Marte alcanzó un título de UNCAF para afianzarse como uno de los grandes de la historia del fútbol salvadoreño. 

Atletico Marte viajo a Guatemala,jugo como los grandes y se corono Campeon de Copa Centro Americano, Marte elimino al Deportivo Saprissa de Costa Rica entre otros.





domingo, 1 de enero de 2017



Con el equipo de Atlético Marte, el defensor Manuel Cañadas vivió grandes momentos, y uno de ellos fue haber jugado ante el Santos de Pelé, equipo brasileño con época gloriosa en los años sesenta y setenta.

Una vez en Panamá, en 1972, Atlético Marte y Santos F.C. se juntaron para disputar un partido amistoso en tierras panameñas, en lo que hoy en día se conoce como Estadio Rommel Fernández, de la capital. Escenario donde juega siempre la selección canalera.

Manuel Cañadas iba de suplente eses día, y no se imaginó que iba a marcar a Pelé, la sensación total del equipo sudamericano.

¿Cree usted que el partido ante el Santos es uno de los mejores de su vida?

Sí. Hoy en día las figuras de Cristiano Ronaldo y Messi sobresalen como auténticos genios del fútbol. Sin embargo a la hora de elegir lo mejor de lo mejor hay que nombrar a Pelé. Uno se hace muchas fantasías al momento de saber que va a jugar con él. Tuve la suerte de hacerle marca en el juego con Marte y puedo decir que si es uno de los más bonitos partidos, sobre todo por el resultado que sacamos.

¿Qué destaca en lo personal de aquel juego?

Definitivamente la hazaña de no perder. Es algo que estábamos mentalizados en lograr, pero que considerábamos difícil. Al final se logró, y con todo y lo que involucró eso. No éramos favoritos, ni apoyados por la afición, que era neutral con tendencia a apoyar al equipo brasileño. Lo importante fue la experiencia de habernos medido con gente de calidad mundial. 

Igualaron, pero seguro lo tomaron como una victoria…

A los 17 minutos del primer tiempo ya íbamos perdiendo 1-0. En eso César Luis Condomí, uno de los compañeros, se lesionó, y tuve que entrar para relevarlo. Hernán Carrasco, en aquel entonces técnico del Marte, me mandó a marcar específicamente a Pelé. No jugué mucho, pero tampoco lo dejé jugar a él. Incluso dijo algunos improperios en portugués contra mí. No le gustaba que alguien pudiera meterle pierna fuerte.

¿Qué dijo Luis Condomí cuando lo sacaron?

Un desgarro es doloroso, él sabía que no podía jugar más cuando le ocurrió en los primeros minutos del partido. Nuestra meta era que no nos golearan. Quedamos al final 1-1, creo que no perder fue la mejor cosa que pudo habernos pasado.

¿Cómo preparó Marte el partido contra Santos?

Fue un momento muy especial para el equipo. “Don Hernán” nos mandó a trabajar de forma específica para hacer un buen papel. Estuvimos concentrados una semana completa para poder sacar lo mejor de nosotros ante Santos. Solo el hecho de que no nos golearan ya era un triunfo. En los refuerzos de ese momento para el equipo, tuvimos a “Cascarita” Tapia, uno de los mejores jugadores panameños que conocí.

¿Qué sensación le generó marcar a Pelé, en ese momento tricampeón del mundo?

En lo personal creo que motivó el hecho de poderle hacer frente a un tipo que aparte de ser campeón mundial había marcado más de mil goles. Lejos de inhibirnos, sentimos emoción por poderle hacer frente a semejantes figuras, entre ellas Pelé. Ellos tenían dos refuerzos argentinos de gran nivel, Agustín Mario Cega (Portero) y Ramos Delgado (Defensor). Extraordinarios jugadores que mostraban categoría en aquel momento, Santos era considerado el mejor equipo del mundo. 

¿Intercambió camisa con Pelé al final del juego?

Mario Castro, un sonsonateco que iba como refuerzo nuestro para el duelo ante Santos, se le tiró encima a Pelé y cuando yo quise reaccionar ya no pude pedirle al astro brasileño que me diera su camisa. Y bueno, eso no dejó de ser una experiencia preciosa. Lo más importante para mí, es que cuando terminó el partido, varios de mis compañeros corrieron a abrazarme. Anular a un futbolista de esa categoría, fue una hazaña. Haber parado al mejor jugador del mundo, y quizá de la historia.

¿Cómo reaccionó Santos tras no poder vencerlos?

Nunca nos menospreciaron. Recuerdo que a Pelé siempre lo sacaban minutos antes de terminar cualquier juego para evitar la situación de que le pidieran la camisa. Ese día lo dejaron jugar todo el partido con la esperanza de que pudiera cambiar la historia del marcador. Los jugadores del Santos fueron muy caballerosos, a diferencia por ejemplo de los argentinos que recientemente se enfrentaron a El Salvador. Recuerdo que hubo hasta la posibilidad de ganarles, Elenilson Franco estuvo a punto de sellar la victoria para nosotros. 

¿Fue entonces Pelé el jugador más grande al que se enfrentó?

Indudablemente. Con la selección juvenil de El Salvador jugué contra excelentes equipos como Estudiantes de la Plata, Emelec, River Plate; grandes monstruos del fútbol mundial. Aquella convivencia que se dio a la orilla de la cancha me permitió compartir con más jugadores de altísimo nivel.

¿Volvió a ver de nuevo a Pelé?

Lo volví a ver en 1973 cuando Santos jugó contra Alianza en el “Mágico” González. A mí me llena de mucho orgullo haber podido recordar que jugué contra él dos años antes. No ese orgullo que irradia soberbia, sino de alegría, por compartir con un gran jugador como lo fue él.

martes, 20 de septiembre de 2016


En sus genes tenía el talento de los "Pachines", el carisma y la chispa de los González Barillas. Impulsó por años la actividad de la Fundación Mágico González, con vocación a los cipotes más desfavorecidos
Yin también era "mágico"

Efraín es el quinto de los hermanos González Barillas, hijos de don Óscar y doña Victoria, quienes además procrearon a Mauricio, Leticia, José, Arturo, Jesús, Miguel y Jorge, el Mágico. Todos los varones se dedicaron al fútbol porque así le dictaban los genes, aunque Yín, como le decían cariñosamente, tenía cosas que lo hacían diferente como jugador.

"Así como Jorge tenía la culebrita macheteada, Yin tenía su propia jugada, que solo él hacía y siempre le salía". Esta finta de la que habla su hermano Mauricio, el Pachín González, se convirtió en marca registrada de Efraín. Con el balón frente al jugador, Yin pisaba la pelota y se la llevaba con el pie hacia atrás; pero con el mismo empeine la impulsaba de nuevo hacia el frente para salir jugando. "Se la hacía a cualquiera, era una habilidad especial", dice Pachín.

A diferencia de sus hermanos, todos delanteros o mediapunta, Yin jugaba un poco más retrasado, casi de volante de marca pero con el mismo talento nato y la picardía que sellaba el apellido González. "Jugaba de volante defensivo, era más elegante, como era delgado y flaco y se veía diferente a nosotros", añade Pachín.

Yin González anduvo en sus inicios con Marte y luego pasó por Universidad, UCA e Independiente, pero se retiró casi de un día para otro. Cuenta su otro hermano mayor, Arturo: "El Vocho (Omar) Vásquez y él me contaron que estaban jugando de titular en Marte cuando un día los dejaron en la banca. Él (Yin) decidió ya no jugar". Para ese entonces, Efraín ya contaba con estudios en contaduría y llegó a trabajar en el Banco Hipotecario. Ahí también se lució como ajedrecista, ganando algunos campeonatos.

Además, Efraín ya confeccionaban por su cuenta su propia línea de zapatos, elaboraba sus propios implementos en un taller que tenía en la colonia 10 de Septiembre y más tarde diseñó su propia línea de calzado deportivo llamada "Pachines", nombre con el que honraba la herencia futbolera su familia.


Vocaciones

Allá por los 80, Yin González era uno de los veteranos de un equipazo que formó el Independiente de San Vicente. Los Fantasmas del Jiboa la rompían con "Carlanga" Rivera en el arco, Ramón el Primi Maradiaga y Joaquín Valencia en la media, y un ataque integrado por José María "el Mandingo" Rivas (QDDG), Ricardo "la Tuca" Gómez y su hermano Jesús González Barillas (QDDG), por decir algunos. Incluso fueron campeones de copa en 1982 al cerrar líderes tras cuatro vueltas de clasificación.

Cuenta "Quino" Valencia que cuando Yin llegó a Independiente "ya tenía unos 34 años, imagínese cuantos partidos había jugado. Él generaba calma y tranquilidad al resto, aunque él no era un tipo como líder, pero por la edad la gente lo escuchaba y era un tipo bien centrado. Callado, pero con sus actitudes mostraba mucho. Era el primero que llegaba a entrenar".

Sin embargo, el fútbol trató injustamente al "Inde" en esa final del '81 contra FAS. Venían de eliminar en semis a la UES y le sacaron el empate a los tigrillos 1-1, con gol de "Chus" González. En la tanda de penales, Yin sí convirtió pero su hermano no, otorgándole el triunfo a FAS 4-3. Al año siguiente, el premio se les volvió a negar tras caer 1-0 y 2-0, en final a doble partido contra Atlético Marte.

Quino visitó a Yin hace como un año en su taller de zapatería. "La ultima vez que fui para reparar unos zapatos de fútbol que se me habían despegado, hace más de un año. Bien agradable él y todo el tiempo se miraba bien positivo, nunca lo vi achacarse de nada".

A Efraín también lo describen como "muy detallista" y "perfeccionista". "Hasta lo más sencillo, un ojete en el zapato, pero tenía que estar bien", recuerda su hermano Mauricio. También era exigente dentro de la cancha, ordenaba a sus compañeros y les pedía el máximo esfuerzo a la hora de orquestar las jugadas, participara él o no en ellas.


De Yin también fue la iniciativa de empezar una escuela de fútbol para los chicos de escasos recursos en el país, con la que buscaba potenciar el talento oculto de los niños de escasos recursos. Así fue como unió fuerzas con los ingenieros Ricardo Hernández, Carlos Villalta y Raúl Sergio Magaña para crear la Fundación Mágico González, que actualmente sigue en pie con un equipo en la división federada de la ADFA San Salvador.

"En relación a su actividad, él empezó la Fundamágico en el '95. Los primeros 12 años él estuvo a cargo, hasta 2009... Y le costó convencer a Jorge de ponerle el nombre", según Mauricio. En un principio, estas escuelas no daban abasto y esto le generó mayor trabajo a Yin, encargado de la parte futbolística, pero esto lo sacó adelante gracias a su vocación. Entrenaba a los cipotes los martes, en la mañana y en la tarde, y también jueves y sábado por la tarde.

Esos mismos días también los ocupaba para hacer ejercicio. Siempre corría religiosamente al mediodía, los martes, jueves y sábados, según sus hijos. "Le gustaba conjugar su amor por el fútbol y por su trabajo", asegura Carmen Elena, su hija menor.

De cerca

Yin también era buen conversador. No era una persona de pocas palabras y quienes lo conocieron fue por sus ganas de conocer y darse a conocer en una plática. "Cuando quería aprender algo, se empecinaba en hacerlo hasta comprenderlo y preguntaba y preguntaba hasta que lo aprendía", explica Efraín Rubén, el hijo mayor de Yin.

"Mi papá llevaba el taller y le tocaba pesado. Luego entró al Paquete Escolar (proyecto del gobierno) y ahí yo le empecé a ayudar cuando le tocaba más pesado", cuenta su hijo, Efraín Rubén. Así iban sacando pedidos entre octubre y marzo de cada temporada, los meses de más alta producción, y desde el 2009 hasta su muerte.


Este último proyecto fue uno de los que más tiempo y energías le demandó en sus últimos días. Comenzó a padecer de las vías respiratorias en los últimos meses, aunque no había podido tratarse. El domingo por la tarde sus familiares lo encontraron ya sin vida en su residencia.

Sin embargo y mientras se lo permitía su salud, Carmen Elena recalca que la idea de su padre fue "siempre ayudar a los niños de más escasos recursos y seguir apoyando el deporte, como es el ejemplo de los grandes deportistas del país".

Yin dejó un gran ejemplo para sus hijos y su esposa, conmovidos ante la inesperada pérdida. "Fue una persona de Dios, siempre que podía, hablaba de Dios, era un buen padre y un buen esposo. Nos inculcó ser nosotros mismos, sin ofender a Dios"

martes, 12 de enero de 2016




Omar Zumbado nació en San José en el amanecer del año 35 y muy rápido se dio cuenta de su pasión y sus habilidades en el fútbol “Empecé a jugar en Costa Rica en el Alajuelense. Yo estaba estudiando en Alajuela y a los 14 o 15 años y el estadio de la Liga Deportiva Alajuelense me quedaba cerca. Siempre me ponían en el segundo tiempo...”, recuerda hoy sobre sus inicios.

Sus buenas actuaciones como juvenil lo llevaron al Club Sport Uruguay, de San Isidro Coronado, ubicado a unos 50 kms de la capital costarricense. El entrenador era Raúl “Che” Álvarez. “En Alajuela era muy difícil quedar, fui a entrenar y ya quedé para jugar en reserva. Jugué dos partidos en reserva y ahí tuve un árbitro muy especial... Hay mucha gente que no cree, pero yo creo en el Angel de la Guarda y creo que por eso estoy en El Salvador”.

Tras un trabajo alejado del fútbol en la zona bananera tica, se decidió a recorrer Centroamérica. “Llegué a la embajada salvadoreña y allí me atendió Miguel Antonio Zaldívar”. 

Increíble lo que cuenta “Zaldívar me dijo: ‘Yo le arbitré dos partidos de fútbol y admiré su juego’. Y ahí mismo me dijo, ‘Venga mañana, le voy a sellar el pasaporte y le daré dos cartas de recomendación. Una para Conrado Miranda y otra Manuel Garay’”. Su destino en el fútbol salvadoreño estaba firmado. “No se le olvide, a usted le va a ir muy bien en este país”, le dijo Zaldívar como despedida. Y esas palabras quedaron grabadas en Zumbado.

“Tenía 22 años y llegué a El Salvador con mis valijitas”. Un muchacho se acercó en el aeropuerto. Y me llevó a una pensión en el centro. Todo a la perfección me estaba saliendo”.

Garay, el portero de Marte, le dijo:‘usted viene muy bien recomendado’. Y de allí se fueron a lo del entrenador José Santacolomba, quien tenía el restaurante Palermo en el centro. “Mañana entrenamos, me dijo”, recuerda hoy el tico salvadoreño.

Loe ficharon en julio del 57. Marte era un equipazo, con Gustavo Lucha, el “pibe” Vázquez, Conrado Miranda, Armando Larín, entre otros. “ Todos muy buenos, ya eran campeones. Aunque en aquella época estaba el Águila que era muy fuerte. Muraca, Arias y yo peleábamos el título de campeón goleador”, rememora.

Y también recuerda un partido especial:“Jugamos con Botafogo, cuando vinieron con Garrincha, Didi, Milton Santos. Fue extraordinario”.

En el fútbol salvadoreño, luego pasó por La Constancia( en los años 58 y 59), el Atlante, el FAS (“gran equipo con jugadores argentinos Daderio, Marinaro”) y otra vez de vuelta a Marte. 

También tuvo su sello en Honduras, donde jugó en Progreso de San Pedro Sula y en Guatemala, donde alineó con el Tipografía Nacional de ese país, allá por el 62.

“Me preguntaban mucho en El Salvador por qué no estaba en la Selección? Claro, no sabían que eran costarricense”, recuerda con una sonrisa en su fábrica de paletas.

Una vez finalizada su carrera, decidió volver a este país: “Volví a El Salvador porque me sentía en mi ambiente y quería ahorrar para casarme. Trabajaba en una fábrica de muebles”. En el futuro llegarían la familia y la fábrica de paletas. 

¿Qué hace?

Una vez que terminó su vida futbolística, don Omar decidió radicarse en el país y formar su familia. Trabajó para ahorrar en una fábrica de muebles, hasta que aparecieron los helados en su vida...

“En el 65 empezamos a trabajar con mi esposa y mi suegra. Las mezclas se hacían en la casa y quedaban muy bien. Al principio se hacían heladitos con molde. Se ponía en papelito y se le daba al cliente. Se llegó a tener hasta 35 vendedores, fue un gran éxito el que tuvimos en aquel entonces. Y fue pasando el tiempo hasta que hoy es una importante fábrica de paletas”. La empresa lleva el nombre de “Sombri frut” y se hacen pedidos al 2271-3179.

Allí entre las paletas, la familia y los recuerdos de sus goles pasa sus días el tico que brilló en el fútbol salvadoreño.
Nombre: Ramón Omar Zumbado Sartoresi
Fecha de nacimiento: 23 enero de 1935
Lugar: San José, Costa Rica
Estado civil: Casado con Zoila América
Hijos: Omar Enrique (47), Claudia América (44)
Deporte: Fútbol
Puesto: Extremo derecho
Trayectoria: Alajuelense, Uruguayo (CR), Marte, La Constancia, Atlante, FAS, Progreso (Hond), Tipografía (Guatemala)










sábado, 2 de enero de 2016



Era de esos jugadores que imponía su físico en el área rival. Desde pequeño, ya daba visos de ser un goleador, como él dice, “porque era más grande que los demás niños”, así se escribe la historia de Ramón José Manuel Castillo Funes, el Gato, como lo conocieron sus contemporáneos en Atlético Marte, Chalatenango, Independiente, UES, entre otros, allá por la década de los 80.

Aquel niño que por culpa de un batazo en la frente dejó el béisbol hizo del fútbol su pasión; y del Atlético Marte, su equipo de toda la vida, su ilusión.

En béisbol apenas jugó dos años cuando su padre decidió “sacarlo” después de que un niño le estrellara un bate en la frente cuando iba a recoger una pelota durante un juego. Era el lanzador del Casa Presidencial que entrenaba el gran “Tituya” Renderos en el diamante de la colonia Guatemala.

Estaba pequeño cuando se mudó al fútbol, allá en el Oratorio del Colegio Don Bosco, donde coincidió con el histórico Isaías Choto, el mismo que lo llevaría a debutar en el equipo de sus amores, el Atlético Marte.

Antes de llegar a Primera División, dejó sus goles en la Liga de Ascenso “que era tan buena como jugar en Primera”, como rememora “El Gato” Castillo. Empezó en el Atlante por casualidad, cuenta, “porque no tenían jugadores para inscribir, aunque terminamos jugando de titulares”. Luego pasó al Lincoln, donde salió campeón goleador dos años consecutivos.

En 1976, por medio de don Isaías Choto, recaló en el equipo bombardero. Ahí estuvo dos años, pero no jugaba mucho. Además, sus estudios universitarios también impedían que se dedicara a tiempo completo al fútbol.

Se fue a buscar los minutos que no tenía en Marte a Chalatenango. Fue por un pedido expreso del entonces presidente de la República, General Humberto Romero. Era el año 1979. Con el equipo norteño explotó y se convirtió en el goleador que necesitaba.

Al siguiente año, tras el golpe de estado, hizo maletas para San Vicente para prestar sus servicios al Independiente y luego volvió a Marte para la campaña 81-82.

Nunca fue campeón con el equipo bandera porque “siempre me iba antes de que Marte fuera campeón”, recuerda.

Chalate lo acogió de nuevo en la temporada 83-84 y la UES, en la 86.

El delantero potente poco a poco se fue convirtiendo en mediocampista y por último en defensa central, más por necesidad del equipo que por la edad, confía.

Para 1987 regresa a la Liga de Ascenso para enrolarse en el Brasilia de Suchitoto, donde decide retirarse y dedicarse al negocio de su vida, la confección de zapatos deportivos y uniformes.

¿Qué hace?

Dicen que siempre estuvo ligado a las pelotas de fútbol. De hecho las confeccionó en sus años de juventud al lado de su amado abuelo, en la zapatería “El 44”, allá en la calle Concepción, en San Salvador.

Tras su retiro sacó los títulos de entrenador, pero la pasión por su oficio pudo más. En su época de jugador, combinaba su tiempo con el negocio familiar. Incluso reparaba las pelotas Mikasa que se usaban en ese tiempo y que todos creían era desechables. Cuando no jugaba, se iba al negocio a confeccionar aquellos famosos zapatos de fútbol que llevaban de nombre “Gato Deportes”. Y la tradición sigue en pie.

La familia Castillo continúa en el oficio. Aunque ya no confeccionan calzado deportivo “por falta de materia prima”, ahora hacen uniformes deportivos para todas las ramas. Ahí, en las mismas calles que lo vieron crecer, a 50 metros al sur de la Iglesia Concepción, Manuel “Gato” Castillo, junto con sus hijos y nietos, sigue dedicado a su negocio y oficio.

Volvió a ponerse los tacos para jugar en la Liga Máster, esa misma que reúne a las glorias del fútbol nacional domingo a domingo allá en el estadio Cuscatlán.

lunes, 2 de noviembre de 2015

El mediocampista de calidad de aquel Atlético Marte campeón con grandes como Lorenzana Ragazzone, Wil Huezo, entre otros,

Manuel “Lobo” Ramos y Ramos es de esos futbolistas que ya traen la estrella bajo el brazo. Desde su debut con el Adler, en mayo de 1969, lo hizo como si fuera un veterano, sin nerviosismo. Demostró, eso sí, esa capacidad para conducir la pelota con la frente levantada para dársela al compañero mejor ubicado, esas fueron sus características dominantes y lo seguirían siendo en toda su carrera. 

Fue un prodigio con el balón en sus pies, le pegaba muy bien, pero eso no lo nubló nunca. Hasta en eso era diferente a muchos futbolistas porque jamás se agrandó, al contrario a muchos asombró por su humildad y sencillez.

Esa su calidad lo puso en la mira del técnico  Conrado Miranda, que lo llamó a la selección preolímpica que disputó un cupo para los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. 

Con ese equipo le tocó sufrir aquella eliminación desde los penaltis ante los Estados Unidos, Jamaica. Cuatro años antes, El Salvador había participado en los anteriores Juegos Olímpicos de México 1968, y entonces, en aquel partido, debía ganarles a los estadounidenses en la isla caribeña. 

El equipo norteamericano se metió en el fondo y soportó el asedio de jugadores como Luis Abraham Coreas, Armando Cortez Sandoval, Juan José Polío, Rafael Búcaro. Ya en los penales, Mario Castro tuvo la desgracia de fallar su tiro y El Salvador tuvo que guardarse las ganas para otra oportunidad, la cual aún no llega. 

Por entonces, Manuel ingresó a la Universidad Nacional a estudiar administración de empresas y combinó su carrera futbolística con los estudios. 

Ya militaba en el Atlético Marte, donde les dio rienda suelta a sus grandes condiciones al punto que siempre fue un habitual en la selección nacional. Es probable, dicen muchos de sus excompañeros en el cuadro marciano, que su mejor momento fue cuando el técnico argentino Juan Quartarone lo ubicó delante de la línea de cuatro; los defensas sabían que darle la pelota al “Lobito” resolvía la salida, pues se encargaba de cuidarla y abrir a las puntas o hacer sus pases en profundidad y así dio cátedra durante muchos años. 

Con ese Atlético Marte lleno de jugadores talentosos ganó dos campeonatos y muchos subcampeonatos nacionales.

Luego pasó a Águila, Negocios Internacionales, UCA y por último al Sensuntepeque, en la Liga de Ascenso, hasta que optó por el retiro, a los 36 años, no por lesión, sino que como él lo dice, la edad ya no le permitía. “Es que cuando uno ve a los jóvenes que le están diciendo a uno retirate antes de que ocurra una cosa grave, mejor es irse”, acotó.

Y fiel a su estilo dejó atrás 18 años de carrera de manera silenciosamente, pero con el cariño de todos sus compañeros y rivales por su don de persona. Porque al “Lobo” Ramos nunca se le escuchó criticar a un compañero y sus escasas frases fueron para ayudar. Muchos excolegas lo confirman hoy que ya peinan canas.

Pero la vida dilatada de “Lobo” Ramos también dejó muchas anécdotas, unas gratas; otras, no tanto, como una ocasión que fue detenido por un policía de tránsito y él no tenía licencia de conducir. El agente le pidió los documentos de tránsito y Manuel le confesó con pena que los estaba tramitando, pero que si le permitía le podría enseñar una tarjeta con una recomendación del mismísimo presidente de la República, el general Carlos Humberto Romero. Con suma paciencia hurgó en su cartera y se la mostró. El agente esperaba impávido y cuando se la entregó exclamó solemnemente: “Aquí dice que usted es buena gente y no que sabe manejar”. La carcajada del agente y sus acompañantes fue al unísono y más cuando resultó que el policía era un gran marciano.

Otra que recuerdan sus amigos es cuando, ya retirado, en la colonia donde residía formaron un equipo y lo inscribieron. Un domingo cuando estaban armando la alineación, el director técnico de ocasión pidió el carnet de Manuel. El representante, todo apenado, alcanzó a decir: “¡Y no me dijiste que lo borrara!”. Todos rieron cuando el entrenador replicó: “Yo te dije que era Lobo Ramos, no que lo borraras”. 

Otro Manuel, de apellido Cañadas, que resume la personalidad de “Lobo” Ramos con las siguientes palabras: “Es una de esas personas que conservan por siempre la esencia de su genio, no cambian por más que las aguas vengan turbulentas, al punto que su sencillez y humildad son legendarias en el ambiente futbolero. Un administrador de empresas que no deja de ser futbolista aunque no juegue, que dignifica ambas profesiones y que es tan fácil querer”.

¿Qué hace?

Dice Manuel “Lobo” Ramos y Ramos que, aun con sus 36 años podía haber jugado unos dos o tres años más en la Primera División, pero que optó por el retiro para darle oportunidad a los jóvenes.

Habían pasado 18 años desde que en la colonia Dreyfus, allá por el cementerio general de San Salvador, le había dado de patadas a la pelota de manera amateur para hacerse profesional. Ya hasta contaba con su título de licenciado en administración de empresas que lo había conseguido alternando sus estudios con su carrera futbolística.

En la actualidad es el secretario general de Funaj, una ONG que atiende cuestiones de alimentos, además de poseer un programa de ayuda para unos 100 niños, de acuerdo con Ramos. 

En dicha ONG se les brinda asistencia técnica a los agricultores y se trabaja, a través del deporte,  con monitores, a quienes se les orienta para enseñar fútbol a los niños. “Lobo” Ramos se encarga de trabajar con los monitores, además de las cuestiones administrativas. Es, en su decir, el secretario general y asesor deportivo.

También es el secretario de la naciente Cooperativa de exjugadores de El Salvador. Forma parte del consejo de administración a la par de Pipo Rodríguez, Salvador Mariona, Quino Valencia, Manuel Cañadas, Tomás “Flaco” Pineda, entre otros. 

Ahí, como él dice, se tratará de ayudar a los exjugadores, atletas, árbitros, etc. primeramente con la cultura del ahorro y luego con préstamos u otros beneficios para los agremiados.

“La Cooperativa va a ser amplia. En este momento la hemos comenzado jugadores y exjugadores, y luego se les va a dar cobertura a todos los sectores, a los árbitros, entrenadores o cualquier otro atleta que quiera y le guste ahorrar”, dice Manuel.

También, junto con su hermano Julio forma parte del equipo de la UCA en la Liga Máster que domingo a domingo deleita a los amantes del buen fútbol.

Nombre: Manuel Ramos y Ramos.
Apodo: “Lobo”.
Data: San Salvador, 1 de agosto de 1950.
Edad:  65 años.
Estado civil:  Acompañado.
Hijo:  Ricardo.
Deporte: Fútbol.
Posición: Mediocampista.
Equipos: Adler, Atlético Marte, Águila, Negocios Internacionales, UCA y Sensuntepeque, este último en Liga de Ascenso. Además, fue habitual en las convocatorias a Selecciones Nacionales.
Palmarés: Con Atlético Marte dos campeonatos nacionales y varios subcampeonatos. Con Águila quedó subcampeón en un torneo de Fraternidad centroamericana.

lunes, 19 de octubre de 2015


domingo, 18 de octubre de 2015




miércoles, 14 de octubre de 2015



martes, 13 de octubre de 2015


miércoles, 30 de septiembre de 2015

 Ricardo Tomasino, Don José Santacomba y Guillermo Castro, C.D. Atlético Marte, no había zapatos de marca, eran hechos en el país, tacos de suela con clavos. años 61-62

martes, 15 de septiembre de 2015

Familia de fútbol, el fútbol se lleva en las venas. Y, sobre todo, cuando todos son hermanos y gustan de jugar juntos a la pelota, el deporte es indudable que estará presente toda la vida. 


Esa la historia de Carlos “Cali” Cañadas, un migueleño que disfrutó y aprendió del fútbol con sus hermanos mayores. Eso sí, se hizo portero casi por obligación. Pero fue una de las ahora mejores “obligaciones” que pudo tener, porque eso lo llevó al éxito en este deporte.

“Somos tres hermanos varones: Manuel, Luis y yo, y yo era el menor. Y siempre fuimos aficionados al fútbol. Y en la casa teníamos un patio bien grande y habíamos hecho dos porterías, pero cuando jugábamos solo los tres, ellos dos se marcaban y a mí me mandaban a la portería y yo a veces no quería, yo quería marcar y me decían: ‘Ah, no, vos te vas a quedar de portero’, y si no me daban duro (risas). Al principio, me ponía a regañadientes, ya después sin que me dijeran ya me ponía a la portería, y me fue gustando. Así comencé”, relata con mucho humor.

Aclara que comenzó a jugar a nivel de hermanos. Fue hasta que llegó a San Salvador, de 12 años, y viviendo en la colonia Atlacatl, se dio cuenta de que en la Guardia Nacional “había un equipo de la Liga Mayor llamado Atlante, que tenía equipos infantiles y juveniles, y un amigo me invitó y fuimos. Ahí, comencé a jugar en la infantil”.

Tras eso, se vino una vida de alegría. Explica que jugó con la juvenil del mismo Atlante, pasó por la categoría juvenil de la UES (campeón) y después llegó al equipo mayor puma (1970), “donde comencé mi carrera profesional en el fútbol, ya tenía 18 años”.

Su paso siguió por Huracán de Atiquizaya (Liga de Ascenso), como préstamo; regresó a la Universidad, pero jugó con Negocios Internacionales (Liga “B”) y ascendió; Juventud Olímpica (Liga Mayor), y salió campeón en 1973; un año después, estuvo con la selección de la UES. En 1975, inició en Marte por tres años. En el ‘78, volvió con los pumas; pero los marcianos llamaron por segunda vez a su portero (1979 a 1981).

Posterior a eso, militó con Chalatenango, Independiente de San Vicente, Cojutepeque (ascendió a LMF) en 1985-1986, “y, en 1987, me retiré del fútbol profesional, ya tenía 36 años”.

Su despedida del fútbol tuvo varios ingredientes, como una lesión en un hombro y su faceta como empleado en Anda. “Tenía cargos ejecutivos y se me hacía difícil ir a los entrenos. A mí, ya me habían condicionado en el trabajo, tenía el cargo de la tesorería y me dijeron que me lo daban pero que tenía que desistir del fútbol, porque era un trabajo absorbente y no podía estar divagando ya que era un puesto importante de la institución. Así que me quedé con mi trabajo, en 1987”.

Cuando pensó que ya nadie se acordaba de él, todavía en 1992, con 41 años, lo llegaron “a buscar para jugar con el Vendaval de Apopa, pero dije: 'No, ya no'. Y al final, me convencieron, pero al terminar el campeonato repetí: 'No, ya no es para mí'. Me absorbía demasiado, así que pensé en solo jugar a nivel de hobbie”.

Uno de sus mejores recuerdos es haber jugado al lado de su hermano Manuel en Juventud Olímpica y con los carabineros, con quien compartió momentos muy agradables. Y su espinita nada más le quedó de no ser seleccionado nacional. Tuvo un paso muy corto en una Preolímpica y una juvenil, “pero no fue largo, no lo tomo en cuenta, porque fueron solo unos días. Eso fue un vacío que me quedó”.

¿Qué hace?

La carrera laboral de "Cali" Cañadas se dio por muchos años en Anda. Y el fútbol siguió marcado en su vida, por ese medio, en distintas formas. En su trabajo, siempre tuvo el ofrecimiento de “colaborar con las escuelas de fútbol” a lo que él se negó, en principio, por su tiempo y sus funciones laborales.

“Me ofrecían la dirección de la escuela, pero lo rechazaba. Hasta que en 1992, comencé a recibir los cursos de entrenador, y mi hijo que tenía 13 años me pidió que lo llevara a la escuela de fútbol de Anda, y comencé a llevarlo”, relata.

Luego, cuenta que cuando los funcionarios de Anda se enteraron de que llegaba a esas prácticas y le volvieron a pedir que “aceptara la dirección de la escuela” y dio el sí para estar en ella “por 12 años, dirigiéndola”. Su cargo era “el de director de la escuela”, la cual tenía cinco niveles: “Coordinaba y si faltaba algún entrenador lo cubría, pero siempre estaba en la cancha”.

Después, en 2003, se jubiló de Anda y el entrenador Ramón Paredes le dio una mano para colocarlo en la Federación de Fútbol (Fesfut).

“‘Lleváme tu currículum y vamos a ver en qué te podemos ayudar’, me dijo. (...) Al mes, me citaron para hacerme cargo de los porteros de la selección nacional de una sola vez. Siempre dije que llegué a la universidad sin haber pasado antes por el bachillerato (con esta oportunidad). Comencé así y hasta la fecha tengo 12 años de estar trabajando con selecciones nacionales y ha sido gratificante”.

Cañadas ha sido “el profe” de los arqueros de todas las selecciones “menores, playa, femenino, mayor”. “Recién estuve con la Sub 23, que quedamos eliminados en Panamá. Ahora, estoy con la Sub 15. Y antes, con la de playa, que perdimos la clasificación al Mundial”, resume.

Sin duda, uno de sus mejores recuerdos estará marcado por haber vivido la clasificación al Mundial de Tahití, en el Premundial de Concacaf en Bahamas 2013, y asistir con la Azul de Playa a esa Copa del Mundo. Además, lograr ver a porteros que ha formado jugar en Primera División y aquellos que han sido destacables en Selecta Mayor y Playera, lo cual le da “mucha satisfacción”.

Nombre: Carlos Felipe Cañadas Aguirre.
Data: San Miguel, 20 de febrero de 1961.
Edad: 64 años
Estado Civil: Casado
Hijos: Karla Margarita y Johana Maribel (gemelas), Alicia Karina y Carlos Abraham Cañadas.
Deporte: Fútbol.
Posición: Portero
Equipos: Atlante (infantil y juvenil), UES (juvenil y mayor y selección), Huracán, Negocios Internacionales, Brasilia, Juventud Olímpica, Atlético Marte, Chalatenango, Independiente de San Vicente, Cojutepeque y, ya retirado, Vendaval.
Palmarés: Campeón Juvenil con UES; Negocios Internacionales y Brasilia de Suchitoto, ascensos de Liga “B” a Liga de Ascenso; Cojutepeque, ascenso de Liga de Ascenso a Liga Mayor; campeón en 1973 con Juventud Olímpica, y en 1980, con Atlético Marte. En 1980, arquero del año.
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